Cada persona es capaz de afrontar diferentes grados de
tensión en su vida. Unas parecen poseer fuerzas inagotables para seguir
avanzando, otras sucumben. Cierto grado de tensión es estimulante, pero la
tensión prolongada puede producir daños mentales y físicos. La mayoría creemos
que las situaciones tensas y las preocupaciones son la causa del estrés. En
realidad, las causas de las tensiones son diversas: ambientales como la
contaminación, el ruido, los problemas de vivienda, frio o calor excesivo;
físicas como enfermedades, lesiones y dieta inadecuada; y mentales como
problemas de la relación humana, económicos, por duelo y laborales. Todas
provocan en el organismo una serie de cambios fisiológicos rápidos, las “respuestas adaptativas”, para enfrentarse
con situaciones amenazantes o agotadoras.
En las primeras
etapas del estrés, se vierten las hormonas
en la sangre. El pulso se acelera, los pulmones toman más oxígeno para
alimentar los músculos, el azúcar aumenta en la sangre para dar más energía, la
digestión aminora y aumenta la transpiración. En la segunda etapa del estrés, el cuerpo comienza reparar los daños
causados por la primera etapa. Pero si la situación tensa continua, se instala
el agotamiento y la energía del cuerpo se reduce muchísimo. Esta etapa puede
continuar hasta que se afectan los órganos vitales y sobreviene la enfermedad.
Notas: El estrés
psicológico se deriva de amenazas percibidas o anticipadas. El estrés puede
ser agudo, como respuesta a un
peligro inmediato, o crónico, cuando
una persona está experimentando una situación vital infeliz. En cualquier caso
los mecanismos corporales son parecidos. La enfermedad física casi siempre
viene acompañada por unos efectos psicológicos significativos. El estrés
psicológico prolongado conduce a cambios debilitantes. Los científicos dividen
el comportamiento en dos tipos según la reacción al estrés. El tipo A reacciona con agresividad,
competitividad y presión autoimpuesta para que se hagan las cosas. Este
comportamiento se ha vinculado con una tasa mayor de ataque al corazón y otras
enfermedades. Las personas con comportamiento B pueden ser igual de
serias en sus intenciones pero más pacientes, calmadas y relajadas. El estrés
es un factor principal en las enfermedades cuyos síntomas físicos son inducidos
o agravados por problemas mentales.
Síntomas: El aumento
de hormonas como la adrenalina,
noradrenalina y cortico-esteroides como respuesta al estrés, puede
provocar: el aumento de la respiración y el latido, nauseas, músculos tensos. A
largo plazo se cree que el estrés puede conducir a: insomnio, depresión,
tensión sanguínea alta, pérdida de cabello, alergias, ulceras, cardiopatía,
trastornos digestivos, problemas menstruales, palpitaciones, impotencia y
eyaculación precoz.
Fitoterapia china: La medicina china considera que el
estrés no causa la enfermedad sino el cómo nos enfrentamos a él. Prescribirá
plantas medicinales según las necesidades específicas, para apoyar durante los
periodos estresantes y tonificar. El tratamiento se puede dirigir en particular
al riñón, agotado por el trabajo
excesivo y apoyar a la sangre y al chi, que necesita circular
armónicamente por el organismo.
Remedios domésticos y populares: Las semillas de calabaza, que contienen
mucho zinc, hierro y calcio, vitaminas B y proteínas, y son necesarias para la
función cerebral, ayudaran a afrontar los efectos del estrés. La avena es vital para un sistema nervioso
sano. En periodos de estrés, comience el día con papilla de avena, pues le
ayudara a mantenerse en calma, a prevenir la depresión y la debilidad general.
Fitoterapia: Plantas medicinales que favorecen la
relajación y actúan como tónicas para el sistema nervioso son: toronjil,
lavanda, manzanilla, pasionaria y avena. En una situación estresante se pueden
tomar en infusión cuando sea necesario. El ginseng
es una excelente planta “adaptogénica”,
es decir que levanta el ánimo ante el cansancio y relaja ante el estrés.
También actúa sobre el sistema inmunológico y da energía. Algunos terapeutas
recomiendan una dosis diaria en los periodos de tensión.
Aromaterapia: Los aceites esenciales son excelentes para
reducir el estrés porque actúan sobre el sistema
nervioso y el cerebro, para relajar y calmar. Hay aceites que levantan el ánimo, lo cual no tiene precio en periodos
de estrés fuerte. El masaje con aceites de aromaterapia es muy confortador y
unas pocas gotas de aceite en el baño pueden ofrecer la oportunidad de
“limpiar” los problemas del día mientras se experimenta los beneficios del
aceite. Los aceites adecuados son: albahaca, manzanilla, geranio, lavanda,
neroli y rosa. Hay aceites que refuerzan el sistema suprarrenal debilitado por el estrés: romero, jengibre y
hierba limón.
Suplementos y minerales: Una dieta buena y equilibrada
reforzara el cuerpo y lo volverá capaz de afrontar con más eficacia el estrés.
Las vitaminas B a menudo se agotan
por el estrés. Por tanto tome las suficientes en la alimentación o mediante un
buen suplemento. Hay pruebas de que el polen
apícola y floral –en píldoras o granos- puede reforzar el sistema inmunológico
y dar energía. Pero no lo tome si tiene alergia a la miel o a las picaduras de
abeja. El aminoácido L-Tirosina
parece dar energía y aliviar el estrés, y los estudios muestran que quien toma
este suplemento reacciona mejor a las situaciones de estrés, está más alerta,
menos ansioso, es más eficaz y se queja menos de las incomodidades físicas. La vitamina C alivia mucho el estrés y
refuerza el sistema inmunológico, pone en forma y es salutífera.